May 3, 2022
Cuando hay dos clases enseguidas algunos clientes entran el salón para elegir su lugar preferido y demarcarlo con su esterilla. Luego se van para charlar en el vestíbulo y regresan cuando comienza la clase. Normalmente eso me molesta porque supone una distracción para aquellos que acaban de terminar una clase y benefican de la quietud para reponerse. Me dio gracia que una vez una mujer pusiera su esterilla al lado de un chico que había participado en la clase previa. Cuando ella regresó al salón el sudor del chico había escurrido y mojado una parte de su esterilla. Sin embargo, no se dio cuenta del suceso hasta que la clase estuviera a punto de comenzar. Al encenderse las luces del salón el chico se retiró y ella percató la situación desagradable en la que se encontraba.
El salón calentado del gimnasio parte dos
Cuando hay dos clases enseguidas, algunos clientes entran el salón para elegir su lugar preferido y demarcarlo con su esterilla.
Luego se van para charlar en el vestíbulo y regresan cuando comienza la clase.
Normalmente eso me molesta porque supone una distracción para aquellos que acaban de terminar una clase y se benefician de la quietud para reponerse.
Me dio gracia que una vez una mujer pusiera su esterilla al lado de un chico que había participado en la clase previa.
Cuando ella regresó al salón el sudor del chico había escurrido y mojado una parte de su esterilla.
Sin embargo, no se dio cuenta del suceso hasta que la clase estuviera a punto de comenzar.
Al encenderse las luces del salón el chico se retiró y ella se percató de la situación desagradable en la que se encontraba.
El sSalón calentado don calefacción en el gimnasio (parte dos)
Cuando hay dos clases enseguidas, algunos clientes entran ela la salóna para elegir su lugar preferido y demarcarlo con su esterilladejar su esterilla en su lugar preferido.
Luego se van para charlar en eal vestíbulo y regresan cuando comienza la clase.
Normalmente eso me molesta porque supone una distracción para aquellos que acaban de terminar una clase y beneficnecesitan de la quietud para reponerse.
Me dihizo gracia quecomo una vez, una mujer pusierao su esterilla al lado de un chico que había participado en la clase previa.
Cuando ella regresó al salón, el sudor del chico se había escurrxtendido y mojado una parte de su esterilla.
Sin embargo, no se dio cuenta del suceso hasta que la clase estuvierao a punto de comenzar.
Al encenderse las luces del salón el chico se retiró y ella se percató de la situación desagradable en la que se encontraba.
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Muy bien. Una curiosa historia.
El salón calentado del gimnasio parte dos
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