“Dime de qué presumes y te diré de qué careces.”

“Dime de qué presumes y te diré de qué careces.” Encontrar la humildad es como buscar una aguja en un pajar, pero cuando nos quitamos las gafas de color rosa, vemos la verdad. Es imperativo que podamos ahondar bajo nuestra superficie para descubrir quiénes somos.

Las acciones valen más que las palabras vacías, al igual que una base sólida sostiene un edificio. Aunque tratemos de ocultar nuestras propias inseguridades a través de fanfarronería y jactancia, esto puede distorsionar la realidad. Por ejemplo, un vendedor de autos usados promete lo que no existe, presentando una reliquia oxidada como si fuera tan valiosa como un tesoro brillante. Su apariencia de confianza nos engaña de la misma manera que el humo nos oculta la visión, con palabras que seducen los sentidos y un encanto que deleita los oídos como un arpa. De igual manera, un novio puede quebrantar nuestro buen juicio con su fachada seductora, dejándonos vulnerables cuando menos lo esperamos. Por lo tanto, es importante que tomemos nota de lo que está oculto antes de que sea demasiado tarde.

Por otro lado, cuando desconfiamos de los demás, no podemos formar conexiones verdaderas. Por ejemplo, podemos usar una fachada falsa como un escudo para protegernos, pero nuestros lazos pueden rechazarnos debido a su falta de confianza. A veces, es más fácil creer en lo que está frente a nuestros ojos que en lo que sabemos que es verdadero en nuestras mentes y corazones. Sin embargo, necesitamos preguntarnos por qué necesitamos pruebas para convencernos de lo que las acciones muestran. Cuando confiamos en lo efímero, nuestra certeza es tan fugaz como un arcoíris en un día lluvioso.

Como dice el dicho, “Confía, pero verifica”, necesitamos emplear el sentido común para guiar nuestras decisiones. Un lobo con piel de cordero puede engañarnos con sus palabras cautivadoras si lo permitimos. Sin embargo, la desconfianza nos atrapa cuando dependemos demasiado de una fachada en lugar de desarrollar conexiones auténticas.