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Capítulo 20
Don Quijote de la Mancha es el prototipo de buenas intenciones que acarrean consecuencias indeseadas. Su ser nació del parto de los gemelos de bondad y maldad. En en su ceguera, el daño que causa es su talón de Aquiles.
El capítulo 20 de la obra destaca: “Érase que se era, el bien que viniere para todos sea, y el mal, para quien lo fuere a buscar.” Todos merecen el bien y el malo es el provenir de aquellos que hallarán en su agarre. En su complejidad, yace una verdad simple: su mala suerte es por su propia mano.
Paradójicamente, en su voraz de ser caballero, se pierde su honor. Defenderles a aquellos en su momento de necesidad sería un mandamiento de la caballerosidad. Sin embargo, envuelto en la sinrazón, Don Quijote ataca a molinos, venteros y un procesión funeraria sin provocación. Su escudero fiel, Sancho Panza, ha sido atacado y dejado por detrás, esperando que volviera su hidalgo.
En pocas palabras, la misericordia le encanta la compañía dolorosa. Si fuese posible, en el nombre de la Doña Dulcinea, ninguno de sus actos valientes serían en vano. Encomendarse bajo su tutela justificaría cualquier sacrificio, ya sea hambruna o herida mortal, hacia la gloria de ser caballero. Aún más sorprendente, el protagonista no se aprende se sus lecciones pagadas por sangre y honor. ¿Donde empieza y termina la realidad y la imaginación?
Por ende, el fin es un comienzo y el comienzo en un fin en el ciclo vicioso propulsado por Don Quijote. Cada aventura le brinda una oportunidad de salvación de él mismo, la cual se desperdicia buscando por la rendición de un sueño poco correspondido. Al fin y al cabo, su inhabilidad de ayudarle a si mismo es el presagio de lo improvisto, lo cruel y lo injusto que le acontece el caballero andante.
Capítulo 20
Don Quijote de la Mancha es el prototipo de buenas intenciones que acarrean consecuencias indeseadas.
Su ser nació del parto de los gemelos, de la bondad y la maldad.
En en su ceguera, el daño que causa es su talón de Aquiles.
El capítulo 20 de la obra destaca: “Érase que se era, el bien que viniere para todos sea, y el mal, para quien lo fuere a buscar.”
Todos merecen el bien y el malo es el provenir de aquellos que hallarán en su agarre.
En su complejidad, yace una verdad simple: su mala suerte es por su propia mano.
Paradójicamente, en su voraz de ser caballero, se pierde su honor.
Defenderles a aquellos en su momento de necesidad sería un mandamiento de la caballerosidad.
Sin embargo, envuelto en la sinrazón, Don Quijote ataca a molinos, venteros y un procesión funeraria sin provocación.
Su escudero fiel, Sancho Panza, ha sido atacado y dejado por detrás, esperando que volviera su hidalgo.
En pocas palabras, a la misericordia le encanta la compañía dolorosa.
Si fuese posible, en el nombre de la Doña Dulcinea, ninguno de sus actos valientes serían en vano.
Encomendarse bajo su tutela justificaría cualquier sacrificio, ya sea hambruna o herida mortal, hacia la gloria de ser caballero.
Aún más sorprendente, el protagonista no se aprende sde sus lecciones pagadas porcon sangre y honor.
¿Doónde empiezan y terminan la realidad y la imaginación?
Por ende, el fin es un comienzo y el comienzo ens un fin en el ciclo vicioso propulsado por Don Quijote.
Cada aventura le brinda una oportunidad de salvación de él mismo, la cual se desperdicia buscando por la rendición de un sueño poco correspondido.
Al fin y al cabo, su inhabilidad de ayudarlse a sií mismo es el presagio de lo improvisto, lo cruel y lo injusto que le acontece eal caballero andante.
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En pocas palabras, la misericordia le encanta la compañía dolorosa. En pocas palabras, a la misericordia le encanta la compañía dolorosa. |
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Si fuese posible, en el nombre de la Doña Dulcinea, ninguno de sus actos valientes serían en vano. Si fuese posible, en el nombre de la Doña Dulcinea, ninguno de sus actos valientes sería |
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