No hay mal que por bien no venga

A partir de hoy, voy a empezar a usar la expresión no hay mal que por bien no venga, la que se refiere a la importancia de no perder el optimismo cuando todo sale mal. Como una persona muy ansiosa, este refrán es bastante relevante a mi vida. Cuando todo fracasa, me suelo pensar que no hay nada que vaya a mejorar, que todos mis esfuerzos están condenada al fracaso.

Pero estes pensamientos no reflejan la realidad y les pongo un ejemplo. En mi último año de universidad, trabajé duro preparando una aplicación para una prestigiosa beca. Después de 3 meses de revisar mis materiales y aún más meses de esperar por noticias, descubrí que había fracasado conseguirlo y que me habían puesto en la lista de espera. Estaba tan decepcionante. Pero poco sabía que este fracaso daría paso a cosas buenas. Encontré pronto un trabajo a través aprendí mucho de mi estilo de liderazgo y adquirí experiencia valiosa después de graduarme. Algunos meses después, descubrí que me había sacado de la lista de espera. Como resultado, he recibido los beneficios de tener un trabajo y recibir la beca, incluso si llegó un poco tarde.

Cometo errores y fracaso todos los días porque soy ser humana. A veces mis frascos vienen con victorias y pensar así me da motivación para seguir adelante.