De lo que escribamos

Me he dado cuenta de que muchas de las entradas aquí van de las vidas de sus autores. Hay muchas personas que hablan de su familia, día o vida social. Es lo mismo con la lingüística y los idiomas. Hay muchas entradas que van de ellos. No les estoy criticando, ya que son maneras válidas de aprender cómo escribir en el idioma que estudias. Yo las uso muchísimas veces también. Además, criticarles sería grosero.

Me parece que solo podemos escribir de lo que encontramos en nuestras vidas reales. Los eventos, las personas y los sentimientos que experimentamos se guardan en nuestras cabezas. Cuando escribimos, contamos historias o soñamos, vienen a la superficie de nuestra consciencia. Incluso los autores de ficción científica tienen fuentes de inspiración. Por ejemplo, a la autora de «Los juegos de hambre» le inspiraron algunos programas en la televisión. Los grandes mitos de nuestro pasado, los de los griegos, de los mayas, de los chinos, todos provenían de la naturaleza. Nuestras historias de dragones y caballeros, princesas y guerreros, las influyen otras historias, más antiguas pero con temas semejantes.

A pesar de esto, al fin y al cabo aún creo que hay alguna originalidad en todas las historias. Toma una cantidad cierta de imaginación para ver un dragón de una roca o pensar en cómo el caballero va a vencer al monstruo. Supongo que nuestras historias, como nuestras culturas y sociedades, son una mezcla de tradición y innovación.


Dos oraciones con el subjuntivo para expresar incertidumbre.

1. ¿Joe vaya a la playa?

2. ¡¿Sea un sacerdote a la iglesia local?!